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REIKI
El REIKI, que en japonés significa "Energía Universal", es un sistema de sanación natural que consiste en canalizar a través de las manos una poderosa fuente de vibración, que está fuera, hacia uno mismo o hacia otras personas para curar enfermedades físicas o sanar emociones.
Aunque esta práctica de canalizar energía tiene más de 3.000 años de antigüedad, cayó casi en el olvido hasta que fue rescatada en 1922 por el doctor Mikao Usui, un monje budista y catedrático japonés al que se considera el primer maestro Reiki.
Al igual que la acupuntura o el shiatsu, esta técnica parte de una tesis muy sencilla: que el ser humano es "todo energía". Cuando la cirlación de energía se bloquea, por cualquier circunstancia, se produce una enfermedad. La imposición de las manos en la zona enquistada, donde la energía ha quedado taponada, sirve para disolver ese 'nudo' que impide que la energía fluya y así devolver el equilibrio al organismo.
El Reiki no tiene contra-indicaciones porque su única función es restituir el flujo de energía vital, con lo cual se logra la armonía necesaria para activar los mecanismos fisiológicos de autosanación. Sus efectos son siempre benéficos.
No sólo es compatible con cualquier tratamiento médico, sino que además actúa como complemento, ya que en ningún caso se recomienda suspender ninguna medicación para sustituirla con esta técnica. Además, está reconocido como Terapia Complementaria por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Estados Unidos y Reino Unido se utiliza en más de 1.000 centros hospitala-rios y está incluido en el Sistema Público de Salud.
Entre otros, muchos pacientes con cáncer reciben sesiones de Reiki. Se usa con éxito en combinación con la quimioterapia para ayudar al organismo a mantener la fortaleza física necesaria para soportar el tratamiento.
Su "práctica habitual" puede aliviar e incluso curar dolencias crónicas como la artritis, reuma o migrañas. También acelerar la recuperación de lesiones óseas y musculares, ayudar el organismo a combatir infecciones o mitigar el estrés, la ansiedad y los estados depresivos.
Como todas las técnicas orientales, el Reiki trata a la persona como a un todo. No distingue entre cuerpo y espíritu. Las dolencias no se dan aisladas, sino como consecuencia del desequilibrio entre alma y cuerpo.
El ser humano posee un asombroso poder de autocuración que se pierde con los años y con la ayuda del Reiki lo comenzamos a redescubrir. Es el paciente el que "toma las riendas" de su propia sanación.
¿Cómo es una sesión de Reiki?
Suele durar 45 minutos a 1 hora. El paciente se acuesta en una camilla en un ambiente tranquilo mientras el terapeuta posa sus manos en distintas zonas de su cuerpo, reequilibrando todos los centros de energía o 'chakras'. Durante la sesión es habitual que el paciente se quede dormido o entre en profunda relajación. Tras el tratamiento, se recomienda beber mucha agua y estar atentos a los cambios que sucedan en el cuerpo.
Es normal que se produzca lo que se denomina 'crisis de sanación', un empeoramiento temporal de los mismos síntomas que se tratan. Es un proceso por el cual el cuerpo se libera de toxinas y de todo lo que le estaba molestando. Lo importante es que es pasajero y que una vez pasada la crisis, la persona se siente mejor que antes del tratamiento.